7 razones para aprender a relajarse
LA IMPORTANCIA DE LAS TÉCNICAS DE RELAJACIÓN
En un artículo anterior publicado en este blog, hablábamos del impacto del estrés sobre la salud de las personas y dábamos una serie de consejos para reducirlo. Entre esos consejos, destacamos las técnicas de relajación. Estas técnicas pueden atender a aspectos físicos y fisiológicos (entrenamiento en relajación muscular de Jacobson, respiración), o poner el énfasis en los aspectos mentales (meditación, mindfullness).
¿Quién debe aprender técnicas de relajación?
Las técnicas de relajación están indicadas como tratamiento clínico en casos de estrés (laboral, familiar…) o de ansiedad (ataques de pánico, miedos, fobias…). Sin embargo, su uso de tiene porqué limitarse a estas situaciones; cualquier persona que quiera aprender una manera eficaz de relajarse, que quiera encontrar un espacio de paz y tranquilidad en la ajetreada vida que llevamos, debería estar familiarizado con estas técnicas.
¿Por qué son eficaces las técnicas de relajación?
1.Mejora el estado físico. En muchas ocasiones, nuestro cuerpo manifiesta lo que sucede en nuestra mente y aparecen todo tipo de problemas físicos. Si aprendemos a tener nuestra mente más despejada y libre de preocupaciones, los efectos se reflejarán en un cuerpo relajado y sano, sin dolores de estómago o de cabeza. Ya sabes, “mens sana in corpore sano”
2.Permiten controlar nuestro nivel de activación interno sin recurrir a recursos externos (Labrador, 1993). Lo bueno de la relajación es que es una habilidad tuya, que te acompañará en cualquier situación y momento, sin depender de nada ni de nadie.
3.Las técnicas de relajación provocan en nuestro organismo la respuesta opuesta a la de la ansiedad o el estrés, contrarrestándola. Con las pautas de relajación inducimos un descenso de la activación de nuestro sistema nervioso; bajan ciertas constantes vitales, como nuestro ritmo cardiaco y con ello, disminuye la secreción de adrenalina y noradrenalina que nos tenía en estado de tensión. Con la relajación ayudamos a nuestro organismo a recuperar la normalidad.
4.Nos permiten aprender a controlar reacciones automáticas de nuestro organismo: cuando interpretamos una situación cualquiera como “amenazante”, salta una chispa en nuestro interior; se desencadena una reacción en nuestro organismo, que nos activa ante ese supuesto peligro, provocando esa sensación tan desagradable de ansiedad y nerviosismo. Aunque parezca complicado, la capacidad para ejercer control sobre nuestro sistema nervioso es algo que se aprende. La relajación es una habilidad como cualquier otra, que se aprende como cualquier otra y se desarrolla y perfecciona como cualquier otra. Tan solo necesitamos constancia y mucha práctica.
5.Proporcionan a la mente una vía de escape de los pensamientos que rumiamos durante todo el día (y la noche): Aunque la ansiedad tiene un fuerte componente fisiológico que parece incontrolable (taquicardia, aumento de la presión sanguínea, sudoración…) es una respuesta que viene determinada en gran medida por nuestros propios pensamientos (Goleman, 1996). No es la situación externa lo que determina nuestra reacción, sino el significado que le damos.
6.Mejora nuestro estado de ánimo: Al mantener nuestra mente despejada y nuestro cuerpo relajado, no sólo reducimos los niveles de ansiedad y estrés, sino que nos será más fácil gestionar las emociones negativas y ser conscientes de las positivas. Esto produce un efecto directo y muy positivo sobre nuestro estado anímico general.
7.Potencian el rendimiento cerebral. La práctica de técnicas de relajación mental parece aumentar la densidad de materia gris en determinadas áreas relacionadas con la capacidad de concentración, atención, aprendizaje y memoria. Las técnicas de relajación sirven de entrenamiento para la atención y la concentración, ya que permiten enfocar la mente sobre una tarea y mantenerla ahí.
En definitiva, las técnicas de relajación nos ayudan a recuperar el control sobre reacciones internas de nerviosismo que nos parecen incontrolables. Son una herramienta imprescindible para aumentar el control y la gestión de nuestras reacciones, vivencias y emociones.
Cuando nos concentramos en nuestras sensaciones corporales y somos capaces de dirigir la atención a nuestro interior, eliminando pensamientos y distracciones, podemos dejar a un lado durante ese momento nuestras preocupaciones y problemas; permitimos que nuestra mente descanse y que nuestro cuerpo se recupere; nos regalamos así un espacio de descanso, de relajación, de bienestar.
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