Aprender a soltar

Aprender a soltar es aprender a liberarnos

aprender a soltar

 

Imagínate que vas por una selva. Te encuentras un río y debes seguir tu camino. El río es muy profundo, no lo puedes cruzar caminando, no hay un puente, ni un barco, ni un vado. Entonces, durante días y días, durante semanas o meses, te dedicas a construir un bote, un bote que te permita cruzar el río. Y lo haces. Y estás contento contigo al otro lado del río porque construiste tu bote que te permitió seguir. Y piensas: «quizás haya otro río», «quizás pueda evitarme el trabajo de seguir construyendo otros botes», «debo llevar el bote conmigo». Y entonces, intento avanzar por la selva cargando con él, pero es tan difícil, es tan complicado… Tropiezo con cada rama, me llevo por delante cada liana… Es imposible, pero persisto. No quiero dejar este bote después de todo, ha sido tan útil para mí. Y sin embargo, esto, que un día me salvó, este bote que un día representó la posibilidad de seguir, hoy es mi mayor impedimento.

Ser un adulto significará aceptar que soy capaz de hacerlo, una vez más. Significará dejar atrás aquello que hoy no me sirve, aquello que alguna vez me sirvió pero que hoy no tiene sentido en este camino. Y apostar, a que si hay un nuevo río, seré hoy más sabio para construir un nuevo bote.

 

(Soltar, dejar, partir. Jorge Bocay)

 

 

El refrán «Más vale malo conocido que bueno por conocer» ilustra este obstáculo mental que nos incapacita para dejar atrás una situación que resulta dolorosa o desagradable. Y es que no tenemos porqué cargar con todo lo que hemos querido, valorado o nos ha sido útil en algún momento de nuestras vidas. No todo lo que fue, tiene porqué seguir siendo eternamente.

De hecho, hay momentos en los que dejar ir se hace  aconsejable, cuando no necesario. Si no somos capaces de pasar página, nos estancamos. Cuando no conseguimos soltar algo a nivel emocional, no logramos superar situaciones del pasado; nos aferramos a ellas como a clavos ardiendo y nos hacemos daño. El daño no nos lo hacen esas personas o situaciones, sino nosotros mismos, a través del apego a los recuerdos. Y entonces es cuando empezamos a arrastrar dolor, culpa, resentimiento, rabia y tristeza. Y lo que es peor, nos ponemos una barrera invisible para construir algo nuevo.

 

Soltar no es olvidar. Muchas personas entienden el proceso de soltar como un olvidar, pero so es imposible. Las cosas no se olvidan, simplemente, dejan de recordarse con frecuencia, se convierten en algo más de nuestro pasado. Dejan de recordarse con impacto emocional. Cuando superamos algo, cuando soltamos, lo que estamos haciendo es asimilar y asumir esa experiencia; somos capaces de cerrar ese capítulo y de continuar hacia delante.

 

 

¿Por qué no somos capaces de soltar?

El problema para soltar está en que nos aferramos a algo. Una de las principales causas de sufrimiento es el apego al pasado, a personas, situaciones, circunstancias o lugares que hoy ya no existen tal y como eran. No existen ahí fuera, pero siguen intactas dentro de nosotros.

 

En el amor, las cosas se complican bastante, pues cuando realmente queremos a una persona, no sólo damos. También permitimos que esa persona deje algo en nosotros. Soltar a esa persona no sólo implica perderla; mucho más allá, implica perder la parte de nosotros mismos que nació de esa relación. Implica despedirnos de una parte interna, de una parte de nuestra identidad, de nuestras esperanzas y deseos. Si nuestro mundo interior es fuerte y sano, la separación provocará un fuerte impacto, dolerá, sentiremos un vacío; pero ese vacío será tolerable. Si la persona amada vino a suplir carencias, el vacío se tornará tan intolerable, que nos aferraremos a ella en un intento desesperado de evitar esa especie de horror vacui emocional.

Nos aferramos a ciertas personas porque tenemos miedo de continuar, porque el pasado conocido es más cómodo que la abismal incertidumbre de lo que todavía no ha sucedido. Y es que, del mismo modo que mirar al pasado nos ata, mirar al futuro tampoco es demasiado motivador. Por más que razonemos, no existe la situación perfecta; esperar a la misma es un grave error, provocado por un sesgo en nuestros pensamientos.

 

 

Vive el presente, el aquí y el ahora ¿Qué es lo que tienes hoy? ¿Tienes felicidad, paz, tranquilidad? ¿O sientes dolor, desprecio y soledad? Si lo que sientes hoy es desesperación y tristeza, tus emociones te están mandando una señal bastante clara, escucha, atiende. Ellas son las que te ayudarán a tomar la mejor decisión.

Y cuando hayas soltado, entonces comenzará el duelo que tanto miedo nos daba. Pero no debemos temer al duelo, pues es un proceso necesario para superar el dolor y aprender a vivir sin esa persona; es el proceso de reconstrucción de nuestro mundo interno, que lo rehabilita para volver a llenarse de todo lo bueno que está por llegar.
Además, no todo lo que soltamos es debido a la pérdida. A veces, soltar va vinculado a nuestro crecimiento personal. En nuestro caminar, hay personas, situaciones, trabajos o cosas que ya no pueden acompañarnos, que ya no tienen cabida. Hemos pasado a otro nivel de desarrollo y nuestras necesidades y deseos podrían cambiar al avanzar por la vida.

 


Si te ha gustado este artículo y quieres estar al tanto de otras publicaciones similares, síguenos en:

Facebook: www.facebook.com/helenaariaspsicologa/

Twitter: @HAPsicologia


Si quieres conocer nuestra terapia pincha aquí

 

enero 24, 2017

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *