Relación de apego y desarrollo cerebral
¿CÓMO DESARROLLO UNA RELACIÓN DE APEGO SEGURA?
¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?
La relación de apego es el vínculo afectivo que se establece entre el recién nacido y la persona más cercana a él, que le proporciona cuidados, afecto y seguridad. Es la primera relación que se tiene en esta vida, a partir de la cual, cada niño sentará las bases para sentir y expresar sus emociones, establecer relaciones y en definitiva, para el desarrollo de su personalidad (Luthar et al., 2000; Cyrulnik, 2001; Barudy y Dantagnan, 2005; Yates, 2013).
Antes de comenzar a leer, señalar que aunque la finalidad de este artículo es señalar la relación entre apego y desarrollo cerebral, no somos sólo redes neuronales; no caigamos en reduccionismos, la personalidad humana es muy compleja y aun que da mucho por investigar en este campo.
De todas las especies, los bebés humanos son los que nacen más inmaduros. Sus capacidades físicas, mentales y emocionales son muy limitadas; de hecho, algunas estructuras cerebrales están aun por desarrollarse.
Imagina cómo es el mundo de un recién nacido, el mundo de un bebé. Todo es nuevo para él. Todas las señales que recibe deben ser interpretadas, deben ir cobrando un sentido; “una sonrisa en el rostro de mamá significa que todo va bien” “si lloro me dan de comer y me siento bien” “si escucho ruido debo asustarme o quizás no”…
Creo que nunca tenemos la mente tan abierta al aprendizaje como en nuestros primeros años de vida.Y es que el desarrollo del cerebro, a parte de la genética, depende en gran parte de las experiencias vividas a edades tempranas; esas experiencias son las que se dan en la relación de apego.
Ahora imagina que, durante este periodo tan importante, el niño sufre algún tipo de trauma: abandono, negligencia, maltrato, abuso… ¿Qué huellas crees que puede dejar eso en su cerebro en desarrollo? ¿Y en su personalidad, en su modo de entender las relaciones o el mundo?
Hoy en día se ha demostrado la importancia de la relación de apego para el desarrollo de determinadas zonas del cerebro relacionadas con las emociones. Así pues, parece que la madre o el padre, a través de la relación de apego, pueden sentar las bases neurobiológicas para el manejo de la ansiedad, el miedo y la futura reacción ante situaciones adversas (Schore, 2010).
Desarrollo cerebral:
A lo largo de los dos primeros años de vida, el hemisferio cerebral derecho en general y, en concreto, el sistema límbico (principal encargado de procesar las emociones), se desarrollan a gran velocidad. Hay muchos factores que determinan el desarrollo cerebral, pero estas áreas, específicamente, van a madurar en función de las experiencias vividas desde los 9 meses hasta los dos años aproximadamente. Por ello se sabe que las experiencias emocionales de apego van a impactar profundamente en el desarrollo del cerebro (Schore, 2010).
Un trauma a edades tempranas como los comentados anteriormente, perturbará el desarrollo del sistema límbico, provocando un fallo en los mecanismos cerebrales de regulación afectiva y gestión emocional, así como los relacionados con el sistema apego (Schore, 2010). Pueden entonces suceder dos cosas: que los niños hiperactiven su sistema de apego, en un intento de obtener seguridad, o que lo inhiban, para protegerse del sufrimiento. Apego y emociones están profundamente relacionados.
Además, las conexiones entre el sistema emocional y la parte del cerebro más racional podrían quedar alteradas, reduciendo así la capacidad para pensar, reflexionar y poner en palabras lo que se siente (Fonagy y Target, 2011).
¿Qué debemos hacer para establecer una relación de apego segura con el bebé?
A un bebé de 8 meses no le impactan las mismas cosas que un niño de 8 años. Lo que más influye en un bebé es la calidad de la relación de apego. Un apego seguro se establece de la siguiente manera:
- El cuidador debe mostrarse sensible y responder a las llamadas del bebé. Debe proporcionar cuidados sensibles y seguridad.
- Debe dar una respuesta congruente a la emoción del bebé, reconocerla y proporcionar consuelo. A esto se le llama sincronización afectiva, y es la base para la gestión de las emociones.
- Además, anima a su bebé a explorar y jugar, no sobreprotege y se convierte en una base de seguridad, en presencia de la cual el bebé investiga su entorno sin miedo y aprende a relacionarse con el mundo.
- Los pequeños fallos y errores no son negativos en un entorno seguro; lo que deja huella son los fallos consistentes y continuados.
Esto se entiende mejor con ejemplos: «el niño escucha un ruido muy fuerte y se asusta; comienza por tanto a llorar». Pueden ocurrir varias cosas:
- La madre o el padre acude a consolar al bebé. Reconoce que lo que siente es miedo (aunque no sepa la causa) y lo intenta calmar sin alterarse, asustarse o enfadarse por ello. El modo en que consuela al bebé, haciéndole sentir que no hay peligro, es el modo en que los padres ofrecen las primeras estrategias de regulación emocional, que los niños irán interiorizando con el tiempo.
- Uno de lo progenitores acude a consolar al bebé con temor, inseguridad o desesperación. Entonces va a transmitir al niño su propia emoción de miedo o angustia y no un consuelo que amortigüe su miedo; es decir, no ofrecen una estrategia válida para la autorregulación. Si esto sucede de forma continuada, el niño va aprendiendo algo muy negativo: que el miedo es peligroso por sí mismo, por lo que crecerá más asustadizo, retraído e incapaz de autorregularse por sí mismo.
- Si uno de los padres asusta o maltrata al bebé, es negligente o incapaz de ofrecerle una protección básica, puede dejar una huella traumática en el niño que quedará grabada en su cerebro y en su memoria. En este caso, el miedo podría quedar asociado a la agresividad. En un futuro, cuando el niño se sienta amenazado por algo, es probable que responda con violencia. En el otro extremo, podría suceder que para este niño las emociones se vuelvan tan peligrosas que comience a inhibirlas, con un empobrecimiento de sus futuras relaciones.
Aunque los primeros años son importantes, las experiencias que vivimos siguen influyendo en nosotros durante toda nuestra vida, como dijo el experto en trauma infantil Boris Cyrulnik, «una infancia infeliz no determina la vida» (2003).
Recomiendo leer el artículo sobre la relación de apego
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Bibliografía:
Fonagy, P., y Target, M. (2011). Apego, Trauma y Psicoanálisis: El lugar de encuentro entre psicoanálisis y neurociencia. Revista de la Asociación de psicoterapia de la República Argentina, 4 (2), 1-24
Schore, A.N. (2010). El trauma relacional y el cerebro derecho en desarrollo: interfaz entre psicología psicoanalítica del self y neurociencias. Gaceta de Psiquiatría Universitaria, 6, 296-308.
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